La contaminación por mercurio provoca graves perjuicios a los humedales y afecta a la biodiversidad, las funciones de los ecosistemas y el bienestar humano. Para atajar este problema se requieren esfuerzos de colaboración a todos los niveles que aborden las fuentes de contaminación en todas sus etapas y mantengan a salvo a todos los seres que dependen de los humedales, incluidos los seres humanos.

La contaminación por mercurio de los humedales afecta gravemente a la salud y el bienestar humanos. Al contaminar las masas de agua y entrar en la cadena alimentaria, el mercurio supone una amenaza tanto para la biodiversidad del ecosistema como para la salud y los medios de vida de muchas comunidades.
La alteración de las comunidades microbianas, que desempeñan un papel clave en los procesos del ciclo de nutrientes, cambia el equilibrio ecológico de estos ecosistemas. Además, el metilmercurio, el más tóxico de los compuestos de mercurio, puede producirse por bacterias en los suelos de los humedales.
El metilmercurio se bioacumula en las cadenas alimentarias acuáticas, lo que provoca que los seres humanos se expongan al mercurio al consumir pescado u otros organismos acuáticos, lo que a su vez causa problemas neurológicos y de desarrollo, sobre todo en mujeres embarazadas y niños.
La exposición al mercurio a través de la cadena alimentaria también afecta negativamente a las especies de aves de los humedales, que son hábitats cruciales para ellas. Estas zonas de alimentación pueden perjudicar su éxito reproductivo y, en el caso de las especies migratorias, hacer que la exposición al mercurio se extienda por todas las regiones.
El Convenio de Minamata sobre el Mercurio promueve esfuerzos de colaboración a todos los niveles para proteger tanto la biodiversidad de los humedales como el bienestar de las comunidades que dependen de ellos.